Por Rommel García Beristain
México, DF., Hace una semana que arribé a la gran capital y no podía faltar a mi recorrido matutino por las inmediaciones del hotel en el que me hospedo, muy cercano al otrora Parque del Seguro Social, ese que fue el templo de los Diablos Rojos del México y en su momento de los Tigres, el otro equipo capitalino, en la época de oro de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB).
Pero de aquella época de oro, que se dio indudablemente antes de la aparición de la Asociación Nacional de Beisbolistas (Anabe), aquella agrupación que intentó emanciparse, sólo quedan recuerdos y del Parque del Seguro Social, ni sus ruinas, pues ahí ahora se desarrolla la construcción de un centro comercial (Mall), que borrará hasta el recuerdo del beisbol.
No pude sino lamentar, no el hecho de que ya no exista el Parque del Seguro Social, sino el poco impulso que el beisbol ha tenido en la gran capital y si me apresuran a decir, en el resto del país, la prueba más reciente los mil obstáculos que han puesto para que exista pelota en Tijuana, la esquina donde inicia Latinoamérica.
Cierto es que los Diablos Rojos y los Potros (si es que prosigue el plan original), iniciarán en marzo próximo la temporada 2005 de la LMB, pero nada que ver con aquella clase de pelota que se jugó el siglo pasado, cuando peloteros grandesligas se daban su vuelta por el circuito veraniego.
Como tijuanense que soy, me ha tocado vivir en esencia todo lo referente al impulso y obstáculos en torno al beisbol tijuanense, el más reciente el pleito entre empresarios de la localidad por la tenencia de la franquicia beisbolera y la intromisión de las autoridades estatales, en favor de algunos y en contra de otros, con el beisbol como pretexto.
En fin, que es posible que los Potros de Tijuana sucedan a los Toros que jugaron la campaña anterior en la LMB, pero todo depende de los empresarios, quienes esgrimieron como argumento para oponerse, un amparo federal en cuanto a los derechos sobre el estadio del Cerro Colorado en la colonia Capistrano y la recurrencia a las autoridades de ese nivel para hacerlo valer.
De los anabistas que hay en Tijuana, habrá tiempo para platicar más adelante.
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